Si bien en Cuba desde el año 1993 con la reducción de la tasa de prevalencia de la Lepra a 0,79 por cada 10 mil habitantes se alcanzó la eliminación de esta enfermedad como problema de salud, la misma reporta nuevos casos anualmente.

En la Mayor de las Antillas desde los primeros años del Triunfo de la Revolución, en 1962, se implementa el Programa de control de esa enfermedad, lo cual ha permitido que en los últimos años la detección de casos mantenga un comportamiento similar, alcanzando cierta estabilidad entre los casos nuevos diagnosticados y los reportados como curados.

De acuerdo con la responsable del Programa de Lepra a instancia provincial, doctora Yuniesky Cruz González, “Esta entidad es una enfermedad infecciosa crónica que afecta fundamentalmente la piel, nervios periféricos y mucosa de las vías respiratorias superiores.

Es causada por el Mycobacterium leprae ante la cual resulta necesario fortalecer las acciones de promoción y educación para la salud para incrementar el diagnóstico temprano de esta enfermedad y evitar incapacidades, así como modificar ciertos tabúes relacionados con la misma, reforzando las tres grandes verdades de la lepra. Es una enfermedad curable, una vez que la persona enferma inicia su tratamiento, no contagia a las demás personas y el diagnóstico precoz evita la aparición de incapacidades”.

En el caso particular de la provincia de Holguín, el comportamiento de la enfermedad se manifiesta similar a la del resto del país, aunque en el último quinquenio, 10 de los 14 municipios han reportado casos de Lepra. Mientras que el municipio con mayor número de casos en igual periodo resulta la ciudad capital provincial, con incidencia en seis de las nueve áreas de salud.

Según datos estadísticos, al cierre del año 2023 se reportaron siete casos en el territorio, donde las mayores tasas de prevalencia las exhiben Cueto, Gibara, Urbano Noris y Mayarí. Mientras que los siete casos detectados fueron de forma clínica multibacilar y mayores de 15 años. De ellos fueron diagnosticados precozmente cinco, lo cual representa un 71.4 por ciento, siendo los dos casos tardíos de los municipios de Gibara y Mayarí.

Debido a esto explicó la funcionaria del Centro Provincial de Higiene Epidemiología y Microbilogía que “se hace necesario mantener un pensamiento clínico epidemiológico ante síntomas y signos sospechosos de la enfermedad para garantizar un diagnóstico precoz y evitar incapacidades.

Con este propósito en el Hospital Clínico Quirúrgico Lucía Iñiguez Landín los cuartos jueves de cada mes sesiona la Comisión Provincial de Lepra, conformada por un equipo multidisciplinario de especialidades donde se discute la morbilidad sospechosa de la provincia. En el centro asistencial se define diagnóstico, el esquema de tratamiento, según la forma clínica de la enfermedad y se le da seguimiento clínico epidemiológico a los pacientes que no tienen una adecuada respuesta al tratamiento”.

Para los enfermos el tratamiento es totalmente gratuito, controlado, basado en una terapia multidroga. Una vez que se diagnostica el caso, se realizan acciones de control de foco. Entre las principales acciones se encuentran el estudio clínico epidemiológico, con un interrogatorio y examen dermatoneurológico a los contactos del caso, realizado en los 30 primeros días de haber sido diagnosticado el caso índice, quimoprofilaxis con Rifampicina dosis única y luego se mantiene un seguimiento con examen clínico dermatológico de forma anual por cinco años.

Además se define la población de riesgo que está relacionada con el caso confirmado, a la cual se le hará seguimiento con examen dermatoneurológico también de forma anual por un periodo de tiempo.

De manera que el tratamiento oportuno y adecuado de la Lepra puede prevenir la progresión de la enfermedad y reducir el riesgo de discapacidades permanentes, tales como la pérdida de sensibilidad en las extremidades, deformidades y discapacidad visual.

Un manejo adecuado de la lepra, no solo abarca el tratamiento médico, sino también el apoyo psicosocial, la rehabilitación y la integración social de los pacientes. Una vía de mejorar su calidad de vida y contribuir a su bienestar emocional.