A partir de 1990 comenzó la historia de Argelio Hernández Pupo como médico, quien ha dedicado más de tres décadas de su vida a ser un profesional de la Atención Primaria de Salud (APS) en el municipio de Gibara.

Ante la cercanía de los aniversarios de la colaboración médica cubana y del programa del médico y la enfermera de la familia, las experiencias de este galeno de pueblo, en extremo humilde, es una de las historias de vida holguineras que han de ser contadas.

Según cuenta el propio Argelio perteneció al Tercer Contingente Carlos Juan Finlay, lo cual lo llevó a inclinarse por la carrera de Medicina. Desde graduado trabaja en Gibara, y este año cumple 33 años de trabajo vinculado a ese municipio. Allí ha asumido su labor en calidad de médico de familia, docente, jefe de Grupos Básicos de Trabajo (GBT), colaborador internacionalista hasta llegar a ser en la actualidad jefe de la APS en la Dirección Municipal de Salud.

Al graduarse fue ubicado en la APS, pues desde entonces es prioridad este nivel de atención. Al preguntarle por qué elegir esta y no otra especialidad confiesa: “Escogí la especialidad que me gustaba, reconocida incluso a nivel internacional, con programas de estudios diseñados, plan de trabajo idéntico a acciones de salud integrales que se realizan en estrecha relación con la comunidad, con el individuo, la familia y su entorno. Me gusta esa especialidad porque me mantiene vinculado con las comunidades”.

En el año 2002 sale por primera vez a cumplir misión internacionalista a Namibia y en lo adelante prestó colaboración médica en otros países como Bolivia y Brasil. Sobre la experiencia en el exterior explica que “en Namibia, por ejemplo, el sistema de salud era eminentemente secundario, desde los hospitales se hacía la proyección comunitaria. La capital tenía su clínica que funcionaba como APS, pero en el resto de los municipios no había en sí atención primaria. Allí al trabajar en hospitales marcó mi madurez desde el punto de vista profesional porque tuve la posibilidad de hacer procedimientos que en Cuba solo hacen especialidades determinadas como Ortopedia o Ginecología.

En Bolivia teníamos consultorios y Centros de Diagnóstico Integrales (CDI). Allí trabajé vinculado a las comunidades y tuve la oportunidad de fundar un CDI en la frontera con Brasil.

En Brasil sí presté ayuda en la APS. Debo aclarar que allí estos conceptos de APS son muy parecidos a los que tenemos en Cuba, al clasificar la atención por grupos como hipertensos, diabéticos, niños y embarazadas. Pero con la excepción de que es un país donde coexiste un sistema de atención de salud privado que dista mucho de lo que vemos en Cuba. Cada una de estas misiones fueron una escuela porque siempre de ellas se aprende. El médico comienza a aprender desde que se forma hasta que deja de existir”

Consciente de todo el trabajo que resta por hacer para rescatar la idea por la cual surgió el Programa del médico y la enfermera de la familia no dudaría en volver a elegir su profesión.

En este sentido señala que “el rescate de los conceptos fundacionales del programa es para mí el principal reto. El paciente y las familias deben ser atendidos integralmente y para ello se debe contar con un médico estable en un mismo consultorio por un tiempo determinado. Solo así puede conocer a su población y puede intervenir en los problemas de salud que puedan aparecer.

Desde el punto de vista asistencial se debe cumplir con el programa de consultas y terrenos y desde el punto de vista docente asistencial se debe empleear la investigación vinculada a la APS. Por eso soy médico de familia y lo seré hasta que deje de existir”.