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Los investigadores usan ‘preprints’ para compartir rápidamente los resultados del coronavirus. Pero eso puede ser contraproducente

A medida que el mundo empieza a comprender las características del COVID-19, varios estudios parecen ofrecer una cura o un nuevo factor de riesgo para la enfermedad, solo para ser refutados poco tiempo después. Una noticia sensacionalista afirmaba que las personas con sangre tipo A tenían más probabilidades de contraer el coronavirus. La historia fue pronto desacreditada.

Un factor común en estas historias es que la investigación original se publicó como una “preprint”. Pero, ¿qué es un preprint y cómo deberíamos usarlo?

Los preprints son versiones de trabajos de investigación disponibles antes de su publicación formal. El término lleva utilizándose dese hace décadas. En los días previos a internet, los físicos intercambian por correo postal versiones fotocopiadas de los borradores para comentar con sus colegas.

Una vez que apareció Internet, fue claramente más eficiente depositar estos documentos en una ubicación central. En 1991 nació el primer servidor de preimpresión electrónico, ahora llamado arXiv

Esto significaba que cualquier persona con acceso a Internet puede leer y comentar el trabajo. Ese servidor de preprints ahora tiene casi 1,7 millones de documentos.

En los últimos años ha habido una especie de explosión de servidores de preprints. Uno de los más grandes después de arXiv es su contraparte biológica, bioRxiv , que se lanzó en 2013 . Aún más reciente es medRxiv , lanzado el año pasado.

No es sorprendente que el número de preprints publicadas en estos servidores también haya crecido exponencialmente. Y los preprints relacionadas específicamente con COVID-19 han aumentado aún más los números.

¿Entonces, cuál es el problema? ¿No es bueno que toda esta investigación esté disponible? Pues sí y no.

Los investigadores necesitan compartir su trabajo de coronavirus rápidamente

En un entorno que cambia rápidamente, como una pandemia, es importante que los investigadores sepan qué tipo de investigaciones se están llevando a cabo y quién lo está haciendo. Los preprints les permiten descubrirlo rápidamente.

Los investigadores, que son el público destinatario de estas preprints, entienden que puede haber una gran diferencia entre un preprint y la versión final publicada.

El público, incluidos los periodistas, también puede acceder a estos documentos, ya que están disponibles de forma abierta.

Eso es muy diferente a la gran mayoría de las publicaciones académicas, que están disponibles detrás de barreras de pago, sólo accesibles mediante suscripción.

Esta situación, con medios que comunicación que a menudo publican artículos basados ​​en información no revisada, se ha vuelto problemática.

Los propios servidores de preprints ya señalan que los artículos no han sido revisados ​​por pares y no deben “informarse en los medios de comunicación como información acreditada”.

El largo camino de la publicación 

Estos documentos a veces se depositan en repositorios como  preprints. Y posteriormente, el documento se envía a una revista para su consideración y los editores de la revista lo envían a expertos en el campo que analizan y evalúan el trabajo, un proceso llamado revisión por pares.

Los revisores envían sus comentarios, donde solicitan a los autores que agreguen o cambien información adicional al documento, o que a veces realicen experimentos adicionales. Los investigadores acatan estos comentarios y vuelven a enviar el documento con las modificaciones oportunas antes de que se publique.

Esto puede llevar mucho tiempo, desde meses hasta, a veces, años antes de que el artículo se publique realmente. En medio de una pandemia, eso es un problema.

La industria editorial académica está tratando de mejorar el flujo de información, acceso rápidamente a las últimas investigaciones y acelerando el proceso de revisión.

Lo que hay que recordar respecto a las preimpresiones es que no han sido revisadas por expertos. Si bien muchas publicaciones no cambian mucho después de la revisión por pares, algunos artículos requieren enmiendas considerables o incluso son rechazados.

Todo esto no significa que lo que lees en un preprint sea basura. En realidad, son una parte importante del proceso de publicación.

De hecho, la prestigiosa revista Nature ahora alienta a los investigadores a depositar su artículo como un preprint. Otras revistas tienen políticas similares.

Entonces, ¿qué puede hacer el público?

Cuando busques información, utiliza investigación publicada: el formato y los logotipos de editor ofrecen algunas pistas. Pero si deseas saber si un preprint tiene información confiable, intenta encontrar otro artículo que haga afirmaciones similares. El sistema funciona, siempre que sepa lo que está mirando.

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Lic. Karen Magda Peña Rodríguez
Editora Principal | Licenciada en Bibliotecología e Información Científica.

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