Si bien la diabetes tipo uno, la más común en la infancia puede aparecer en cualquier edad, especialistas en endocrinología del territorio de Holguín advierten sobre cierta tendencia al incremento de estos casos durante el último lustro en los primeros cinco años de vida.

Esta enfermedad crónica está dada porque el páncreas no produce la suficiente insulina, por lo que suele ocasionar elevados niveles de glucosa en sangre. Por este motivo requiere un manejo constante tanto de las familias como de los especialistas encargados de la atención a quienes la padecen.

De acuerdo con la doctora Elena Rodríguez Font, endocrino que se desempeña como jefa de ese servicio en el hospital pediátrico de Holguín, “esta condición puede aparecer en la adolescencia, en un niño de 10 años, o a cualquier edad, no obstante, en los últimos años en el mundo se aprecia un incremento en menores de cinco años de edad y así lo tenemos nosotros, pacientes de dos, tres años, de 14 o 15 meses.

Hasta el momento el paciente más joven diagnosticado por mí fue en un bebé de dos meses, el cual presentaba antecedentes familiares de su madre que debutó con la enfermedad a esa misma edad y en la actualidad tiene 16 años con un control muy bueno de la misma.

En la actualidad se han diagnosticado alrededor de 207 niños diabéticos tipo uno en la provincia, distribuidos en los 14 municipios. Este incremento en los últimos años en menores de cinco años supone una edad compleja, puesto que un niño que debuta a los 14 meses o a los dos años, cuando tenga 16 años todavía está en edad pediátrica, con 14 años de evolución de la enfermedad. Pero gracias a su control, chequeo y tratamientos adecuados vemos en consulta a niños que llevan 14 años con su enfermedad sin complicaciones, que es nuestro propósito”.

En las edades pediátricas, que en Cuba comprende desde el nacimiento hasta los 19 años el tipo de diabetes más frecuente es la tipo uno, la cual por lo general ocasiona un daño inmunológico. Sin embargo, la también especialista en Pediatría refiere que en los últimos años la tipo dos también se ha diagnosticado en niños del territorio nororiental, un comportamiento que años atrás resultaba muy poco frecuente.

La diferencia entre ambas radica en que la tipo dos aparece por lo general en niños obesos, con una resistencia a la insulina, pues el páncreas es capaz de producirla lo que la obesidad no la deja actuear como hormona y receptor. Pese a tener la insulina, no la utiliza adecuadamente. En estos casos como tratamiento no se les pone insulina, lo indicado es una dieta con Metformín, medicamento muy útil en estos casos.

Sin embargo los niños con diabetes tipo uno sí presentan un daño inmunológico donde las células betas del páncreas no producen la insulina. De ahí que sea indispensable administrársela por vía subcutánea, para alcanzar el manejo de la enfermedad, en el propósito de que surjan la menor cantidad de complicaciones a la salud.

Entre las complicaciones más frecuentes que pueden surgir producto a la diabetes se encuentran afecciones como vasos sanguíneos estrechos, presión arterial alta, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares más adelante en la vida. El exceso de azúcar puede dañar las paredes de los pequeños vasos sanguíneos que alimentan los nervios y en consecuencia sentir hormigueo, entumecimiento, ardor o dolor.

El daño renal es otra complicación al dañar los numerosos grupos de vasos sanguíneos diminutos en los riñones, que filtran los desechos de la sangre. Además puede provocar problemas de visión.

De manera que es esencial que los niños diabéticos aprendan a lograr un buen control de la glucosa sanguínea, llevar una alimentación saludable y hacer actividad física regular. Es un reto mejorar el control de la diabetes en edades pediátricas para que los afectados tengan mejor calidad de vida en la vida adulta.