No pocos perciben el envejecimiento poblacional como un fenómeno lejano y ajeno porque simplemente no forma parte de su realidad inmediata, cuando en verdad es una cuestión social que nos compete a todos.

En el marco más estrecho de los hogares, hacerse responsable de un anciano con todo lo que esto implica no siempre es asumido con entrega y amor. Cuando toca a la puerta la vejez, hay quienes sortean, cual castigo a cumplir, el que lleve sobre sus hombros la titánica tarea de cuidador.

Incontables hijos tienen que dejar de trabajar para atender a sus padres, otros con algo de solvencia pagan por los cuidados, pero más lamentable resulta que algunos ancianos tengan que asumir el cuidado de otros como ellos, por no contar con otro familiar capaz de asumir esa atención.

El propio fenómeno del envejecimiento poblacional constituye en el escenario de la salud pública y social una problemática que invita a reflexionar sobre el justo lugar que merecen quienes han vivido más. Llegar a la tercera edad es un regalo y peinar canas un privilegio único que ofrece la vida, por ello se han de brindar opciones para mantener activos a los adultos mayores.

Si bien en Holguín priorizan la reparación de hogares de ancianos y casas de abuelos, también se requieren otras estrategias, entre ellas la ampliación de capacidades en centros especializados en su atención, la asignación de ayudas técnicas para la movilidad, cómo ayudar a los que pierden oportunidades laborales para ocuparse del cuidado de adultos mayores que no pueden valerse por sí mismos, una mayor prioridad sanitaria y alimenticia a este segmento poblacional. Se trata de un sensible tema que requiere ayuda, comprensión, acciones que impacten de manera apositiva en su calidad de vida.

Como paso inevitable de la vida a esa edad llegaremos todos y sería muy lamentable que no encontráramos una mano tendida, presta a hacer por nosotros la tarea que no fuimos capaces de asumir años atrás.