Pese a que su tasa de mutaciones es sustancialmente menor a la del SARS-CoV-2, la evidencia de cambios progresivos en el código genético del virus de la viruela símica verificada en lugares con alta transmisión refuerza el valor de la vigilancia genómica de este patógeno, señalaron funcionarios y expertos.
Hasta el momento todos los virus aislados en el presente brote de la enfermedad en países no endémicos, incluyendo los de las Américas, corresponden al subclado IIb, uno de los dos en que se divide el clado II (antes conocido como «de África Occidental» y de menor mortalidad que el clado I). «Pero ya en algunos países y áreas geográficas con alta transmisión empezamos a ver procesos de microevolución, lo que hace que se genere una diversidad y puedan aparecer subclados y sublinajes», manifestó el virólogo Jairo Méndez Rico, Ph. D., asesor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en enfermedades virales emergentes, durante una sesión informativa.
«Hasta el momento ningún cambio se ha asociado con mayor capacidad de transmisión o impacto en la gravedad de la enfermedad, pero es importante mantener la vigilancia genómica para anticipar cualquier mutación que pueda ser de interés o impacto en la salud pública», añadió Méndez Rico.
Debat señaló que la tasa de evolución del virus de la viruela símica, un ortopoxvirus, es muchísimo menor que la del SARS-CoV-2, con una a dos mutaciones anuales en un genoma de casi 200.000 pares de bases en dos cadenas de ADN para el primero frente a aproximadamente 24 a 30 mutaciones anuales en un genoma de solo 30.000 bases alineadas en una cadena de ARN del segundo.