
Con frecuencia escuchamos que el embarazo toca todas las células del organismo y los nervios están a flor de piel, y cómo no decirlo si en corto tiempo se experimentan grandes cambios fÃsicos, acompañados de otros tantos hormonales y emocionales. Lo cierto es que cada mujer experimenta de una forma diferente y a su propio ritmo la gestación. De la misma manera en que puede aparecer o no el mal embarazo, también puede verse comprometida en algunas su salud mental.
Si ante una alteración en la salud fÃsica y mental de la embarazada o recién parida la familia o quienes conviven con ella no se percatan de lo que está ocurriendo puede traer graves y lamentables consecuencias. En lugar de atribuirle otras causas resulta más efectivo asegurarse primero que reciba la atención adecuada. Estos son algunos motivos que conllevaron a escoger el primer miércoles de mayo para celebrar el DÃa Mundial de la Salud Mental Materna, una manera de contribuir a la pronta detección y tratamiento de este tipo de trastornos.
A este difÃcil momento le acompañan sÃntomas a tomar en cuenta como sentimientos de culpa, bajo estado de ánimo, mucha ansiedad, angustia, estallidos de llanto, desesperación, en otras palabras, comportamientos poco saludables y de riesgo.
Y no se trata de que sean malas madres o que no quieran a sus hijos, al contrario, esta problemática puede presentarla cualquier mujer que atraviese por la maternidad, sin distinción de sexo, edad o nivel escolar. Es una necesidad real, palpable, visibilizar estas afectaciones mentales que pueden aparecer en el embarazo, parto o postparto. Entre más rápido conozcamos de su existencia y cómo manejarlas podrÃa marcar la diferencia incluso de vidas potencialmente salvadas de madres e hijos.
Nadie lo pone en duda, la salud mental materna cuando no anda bien se torna en un muy difÃcil momento, que cual prueba de fuego, le pone la vida a la familia. En la medida en que se conozca y cuánto importa como sociedad estaremos en mejores condiciones de ayudar y ponernos en el lugar de la mujer afectada. Nunca será una opción dejarla sola, a su suerte. Estamos ante afección que puede ser transitoria si se le brinda el apoyo y tratamiento adecuados, y por otro lado llevar a un punto de no retorno, de destrucción del núcleo familiar, de la pérdida de la madre o del hijo si no actuamos oportunamente.